sábado, 17 de enero de 2009

Cimientos Amargos, 17/01/2009

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¿Sabes cómo se aprende a ser feliz?

Sabiendo sufrir.

Como toda casa a construir, hay que empezarla por unos cimientos, cimientos que trasladándonos a nuestra vida, vendrían a ser los duros golpes que nos da la vida, golpes que aploman tanto los cimientos al suelo, que es imposible que la casa(vida) se cayese. La felicidad vendría a constituirse como la fachada y el tejado de la casa, quedando los cimientos enterrados en el fondo de nuestro ser, ocultos bajo nuestra piel, y que por desgracia o gracias a Dios, según como se mire, deberían de ayudarnos a saber vivir, y a saber disfrutar de las cosas más nimias de esta vida, con el fin de que la casa no se desmorone.

Cierto es, que nunca sabemos, o mejor dicho, nunca queremos, que dichos golpes lleguen a nuestra vida, pero como humanos que somos, siempre llegan, en un tiempo indeterminado, por lo que debemos en el momento de su llegada, asimilarlos y mandarlos bajo la tierra, para que refuercen los cimientos.

Dicha estructura de esta casa, seria quizás lo soñado, pero lo normal es y como supongo todos coincidiréis, debido a nuestra infancia del mundo de “yupi”, construimos la casa por el tejado, con tan mala pata, que cuando viene una ráfaga de viento, la aparente casa, se nos desmorona. Por eso, cuando ocurre dicha demolición, deberíamos reciclar esos buenos momentos, y empezar enterrando bajo el suelo esos duros golpes que nos servirán como cimientos, para así comenzar nuestra “casa perfecta”, con el reciclado de los buenos momentos, y los que quedan por llegar.

Cuando asimilamos el suceso nefasto, y lo utilizamos para bien nuestro, empezamos a notar por el cuerpo, que ese dolor nos hace un poco más fuertes, que ese dolor sirve para en un futuro empitonar a la vida con nuestras astas de ambición y ganas de vivir, hasta conseguir ser felices.

Desde pequeño, siempre nos enseñaron a buscar la felicidad, pero nunca nos enseñaron, a saber, lo que para mí es lo más importante y que debe cimentar nuestra vida, que es, que para ser felices hay que saber sufrir, pues si no, nuestra felicidad sería tan esfumable como el humo de un cigarro.

A todo esto, y como anécdota personal, recuerdo para mí el momento que empecé a construir esa casa, y que a día de hoy me ha ayudado a mantener la calma en infinitud de situaciones. Era pequeño, tendría unos 9 años, cuando con lágrimas en los ojos, y poseído por la histeria, fui corriendo a mi madre a preguntarle: “¿Por qué tenemos que morir? Y ¿qué hay después de la muerte?”. Ese día para mí marcó un antes y un después, desde ese día asimilé la vida como un regalo en el que nos castigan, e intenté sacar todo lo bueno hasta de un suceso malo, construyendo así, mi casa particular.

A día de hoy, sigo teniendo un hueco en el suelo, para reforzar esos cimientos, mientras que mi casa, tiene la fachada y el tejado más bonito de toda la ciudad, sabiendo que no se desmoronaría ni en un maremoto. Y no se trata de tener todo para ser feliz o de sufrir más o menos, si no quizás, sacar el máximo provecho a lo que tenemos, con las mismas ganas que nos castigó el dolor. Y así obtendremos “Felicidad” y si no lo es, será “Sucedáneo de Felicidad”.

2 comentarios:

  1. Enhorabuena por el escrito porque denota un pensamiento quizás prematuro para tu edad o quizás obligado por las circunstancias, estoy de acuerdo en que para alcanzar la felicidad hay que saber estar preparado para los golpes duros, hay que gente que pasa por esta vida sin recibir golpes duros, creyendo haber vivido una vida feliz, pero la autentica felicidad se disfruta y se siente cuando previamente has cimentado tu casa. A veces la vida para muchos son solo golpes, y su particular casa se destruye sin apenas haberse levantado, siendo toda su vida una constante cimentación, conozco casos, como mi amigo el bola, su casa aun no tiene tejas, pero la vida le ha hecho que dicha casa tenga los cimientos mas fuertes del mundo, estoy seguro que quizás nunca tenga una mansión, pero cuando termine su pequeña y humilde casa será mas feliz que aquellos que vivan en una mansión.
    En nuestro caso, teníamos una casa con un tejado precioso, algunos no habíamos reflexionado acerca de los cimientos, y cuando ha venido el primer vendaval la casa casi se ha destruido. Siempre hay una primera vez para todo, y estoy seguro, que en mi siguiente casa, por circunstancias, los cimientos serán más fuerte.

    Dejando de lado esta divagación algo paranoica, darte la razón en que antes de buscar la felicidad debemos dejar bien atado los cimentos y prepararnos para los duros golpes que nos da la vida.

    Un abrazo

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  2. Me encanta eso que has escrito la vida es como un regalo en el que nos castigan, y es así,cada día es un regalo y no quiero que suene a típico tópico, ese "vive este día como si fuera el último" quizás es algo demasiado exagerado, porque por avatares de todo este tinglado que tenemos montado no puede ser así, pero si es verdad que esas ráfagas que golpean nuestras vidas, como tu has dicho que golpean nuestros cimientos, nos hacen más fuertes y sobre todo más humanos, todo esto es un entrenamiento y no sé porque pero para ser feliz hay que sufrir, sin sufrimiento no hay felicidad, son conceptos antagónicos pero que van ligados el uno del otro, el sufrimiento es ese preámbulo para la felicidad, para poder valorar esas efímeras cosas, valorar esos grandes momentos, mantener viva la ilusión por todo.Todos esos golpes de la vida, son un ciclo vital independientemente de que lo aceptemos o no, sean injustos e inmerecidos,hay que estar preparados para cualquier "ráfaga" de aire que nos golpee,por eso cada instante hay que sacar algo provechoso por muy cotidinao u ordinario sea,sacar una sonrisa y un recuerdo que guardar en las limpias reservas para luego, cuando sea necesario recordarlos poder contar esos grandes momentos que compartimos construyendo esos cimientos, que por un instante serán amargos pero seran dulces para una eternidad.

    Un Saludo Desde Granada, campeón !

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