jueves, 30 de abril de 2009

Bajo un Puente



Y allí se encontraba Jesús, bajo el puente por el cual había pasado con su automóvil todos los días de su vida sin tomar demasiada importancia en lo que bajo él ocurría. Sin embargo, desde hacía un par de días se había parado a analizar lo que ocurría bajo él, observando los dos modelos antagónicos de vida que se producían a lo largo de las 24 horas de un día.

El puente era de unas dimensiones normales y de un aspecto normal. Bajo él se encontraban una carretera de doble sentido y un parque de una extensión no muy amplia. Durante el día, iban críos a pasar el rato con otros pequeños, junto a sus madres, mientras por la noche, sus recónditos rincones servían de hogar para algunos vagabundos de la ciudad, que escondidos entre aquellos pilares que sostenían aquel puente, encontraban el mejor refugio para acatar el clima de la calle.

Él analizaba el hecho y lo asumía de una manera inexplicable, intentaba absorber la esencia de la vida de aquel puente, que aunque para todos era algo corriente, para él, era especial, y era especial porque consideraba al puente como un ser sabio, un ser que veía durante el día los sueños y los juegos inventados por los niños, que sentía las ganas de vivir y la libertad de un crío, que percibía con admiración las preocupaciones y responsabilidades de las madres en sus vidas y hacia sus retoños, que escuchaba las conversaciones de toda clase de personas, y que durante la noche, se convertía en guardián de los desamparados, hacía de psicólogo para aguardar al pobre y escuchar sus sueños rotos, cobijaba del frío a aquellos que sin hogar necesitaban uno, y acompañaba al vagabundo para que este no se sintiera solo. En fin, era un ser que del día a la noche soportaba y aprehendía de la sabiduría del querer vivir y el querer morir, de los sueños y las pesadillas, de la alegría y la tristeza, de lo joven y lo viejo, y de lo feliz y lo infeliz.

Por tal sabiduría, Jesús envidiaba a aquel puente por todo lo que acaecía bajo él, lo admiraba, quería saber lo que sabía él, y por ello no dejaba de pensar desde hacía dos días en la banal pero maravillosa estructura de aquella construcción que daba sombra y cobijo a la realidad.

En aquellos entonces Jesús tenía algo que decir a una chica, se trataba de una amiga de él que se llamaba Esther. Desde hacía un tiempo, él y ella habían comenzado a flirtear y a liarse asiduamente. Habían pasado muchos momentos buenos juntos, y parecían que los sentimientos de ambos habían aumentado a medida que había pasado el tiempo, por eso, él ya quería formalizar la relación, quería poder gritar al mundo “¡Tengo novia!” y no tener el miedo a no saber qué significaba la relación que tenían ambos. Quería descubrir si para ella, él significaba lo mismo que ella era para él, y ansiaba saber si ella le amaba, porque él, la amaba como jamás había amado a nada ni nadie en este mundo.

Pensó, pensó y siguió pensando, quería hacer las cosas de una manera especial, deseaba que el momento fuera perfecto, como si fuese de película, así que lo primero que hizo fue pensar en un escenario. Tras pasar un par de días, obtuvo respuesta a su primer enigma, de forma súbita se le vino a la cabeza el puente, reflexionando, se dio cuenta que qué mejor lugar que el que percibe la gran cantidad de conceptos antagónicos que padece el amor: dolor y placer, muerte y vida, confianza y desconfianza, responsabilidad e irresponsabilidad, alegría y tristeza, juventud y vejez, sueños y pesadillas, felicidad y desgracia. Después de tomar la primera decisión, tenía que saber que diría a Esther, como se lo diría, y de qué forma lo haría, así que siguió trabajando su mente, siguió recapacitando y planeando como si se tratara del guión de una película, y cuando empezó a tenerlo claro, comenzó a transcribir sus ideas y pensamientos en un trozo de papel.

Ya lo tenía casi todo, tenía el escenario, tenía el diálogo, y tenía a los protagonistas de aquella historia, así que solo quedaba llevar a cabo la idea. El inicio de aquella película que tenía en mente Jesús ya había empezado hace mucho, la trama había avanzado favorablemente, y ahora solo hacía falta el desenlace, la forma de culminar algo, para que pudiese empezar otro proyecto, distinto, con mas fuerzas, así que llamó por teléfono a Esther y dijo:

- Tenemos que hablar.-Dijo él de una forma quizás un poco fría-.

- ¿Qué pasa?- Preguntó asustada ella.

- Jajá-rió-No te preocupes mujer, que no es nada malo, solo confía en mí.-Contestó él en tono apaciguador-

- Vale, jeje, ¿puedes recogerme en una hora?- Preguntó Esther-.

- Sí cariño, en una hora estoy allí, ciao bambina.-Contestó de forma cariñosa el joven-.

- Adiós guapo.-Se despidió ella de forma dulce-.

Después de aquella breve charla, el joven se duchó y se vistió de una manera arreglada, no quería decir aquellas importantísimas palabras, yendo como un “fantoche”. Tras acicalarse, pasó a recoger a la joven. La joven denotaba en su rostro algo de incertidumbre, no sabía que le quería decir él. Cuando montó en el coche, solamente se habían saludado, y su preocupación entonces había aumentado. De repente Jesús paró el coche.

- Hemos llegado.-Dijo él-.

- ¿ A dónde?¿A qué sitio me traes?¿Este sitio por qué?-Preguntó nerviosa la joven.

- No hagas más preguntas por favor, siéntate en ese banco, hay algo que te quiero decir.-Contestó él tratando de calmar a la joven.-

- No me asustes Jesús, que nos conocemos...-Dijo ella de una forma lenta y asustada-.

- Jajá, que no tonta, solo escucha atentamente a esto que te voy a leer, cierra los ojos y escucha.-habló el joven en tono persuasivo-.

- Vale.-Dijo Esther mientras asentía con la cabeza-.

- Allá voy.-Tragó saliva Jesús y prosiguió-. Estar debajo de un puente podría ser mi casa, lo sabes, puede ser nada, pero para mí puede ser todo, solo si estás junto a mí. Aunque te parezca soso, nimio, o feo, no lo es, solo puedo ver bajo él colores, sueños, ilusiones; las puedo oler, las puedo ver, están revoloteando de aquí a allá entre sus columnas, y creo que ya es hora de cogerlas y empezar, empezar a hacerlas realidad, y comenzar algo juntos que quizá no tenga fin, y de que en el caso que lo hubiere, te dejaría con un buen sabor de boca, por eso corazón mío…… ¿Quieres empezar una relación conmigo?.-Culminó de forma fantástica el joven su discurso-.

La joven no podía hablar, una lágrima escapaba de sus ojos, y acariciaba su cara de forma dulce, como pudo sacó fuerzas y habló.

- Sí, si quiero.-Dijo de una forma débil y tenue debido a la emoción-.

- Entonces… ¿aceptas esta flor como presente del comienzo de nuestra relación?-preguntó el joven con cara de felicidad.-

- Sí, gracias. Te quiero.-Contestó Esther-.

- Y yo también… ¿y entonces a qué esperas para besarme?-Preguntó de una forma descarada y burlona Jesús-.

Ella se levantó rápidamente y corrió hacia él, lo abrazo y lo besó. Durante 5 minutos quedaron envueltos en una burbuja de amor bajo aquel puente, que había visto otra historia nueva más, que si hablara seguramente tendría otra anécdota más que contar. Fue entonces cuando Jesús empezó a pensar que su final de película había salido perfecto, pero que no quería terminarlo con un beso como en la mayoría, y que tampoco fueran unas palabras que dijeran “fin”, o “the end”, así que rompió el sonido de las caricias y los besos y habló:

- Amor, me acabas de hacer el hombre más feliz del mundo, gracias.-Dijo con tono de agradecimiento el joven-.

- Y tú a mí la mujer más feliz del mundo, hacía tiempo que soñaba con este momento.-Le contestó ella-.

- Pues ya ha pasado, y recuerda una cosa princesa….”BAJO UN PUENTE, PERO CONTIGO”.-Dijo Jesús, terminando de esta forma su película personal-.

sábado, 25 de abril de 2009

El Secreto de la Noche




Eran las 4 de la mañana de un lunes, Luis se encontraba frente al ordenador, quería escribir, quería quedarse vacío y liberar su mente, espolvorear al lector con todo aquello que guardaba dentro, y sentirse relajado. Últimamente no pasaba un buen momento y tenía que desahogarse de alguna manera, pero no podía escribir, estaba bloqueado.

La impotencia de querer y no poder del momento lo estaba volviendo loco, intentaba sacar lágrimas guardadas y no podía, intentaba pensar y no podía, todo aquello que intentaba no le salía, no podía.

Después de sentirse tan bloqueado y tan inútil, decidió salir fuera de su casa. Un amigo suyo le había comentado que sentirse solo en la oscuridad le ayudaba, le hacía sentirse dueño del momento al menos por una vez en su vida, dueño de la noche como lo llamaba él. El hecho de estar en la más inmensa oscuridad alumbrado solo por el lejano e insinuante brillo de las estrellas le hacía sentirse parte de algo especial, así que le hizo caso. Cogió un abrigo de su dormitorio y salió afuera.

Una vez fuera de su hogar, subió a la azotea, aquellas escaleras le parecían tenebrosas a esas horas de la noche, pero a la vez pacificas, como si fuera un ser dormido que no pudiera hacerle daño, en realidad así veía a la noche, todo lo que formaba parte de ella para él estaba descansando, durmiendo, en paz.

Tras haber subido de forma silenciosa y realizando tal acto de subir con un cuidado intrínseco, se tumbo en la azotea. Allí miró al cielo, estaba todo oscuro, lo veía tan oscuro como a su vida misma, decidió entonces sacar un cigarro y encenderlo. Se dio cuenta entonces que el sonido del mechero nunca había sonado más fuerte, la noche había logrado que tal sonido sonara mejor, que fuera más claro, y que la llama de este brillara más que nunca.

-” ¿Por qué no podía pasar lo mismo con su vida?” -pensó él.

Recostado en la azotea, escuchaba sus caladas, sentía como procesaba el humo por su boca hasta llegar al pulmón, y notaba al aire alquitranado volver a salir por su boca y su nariz. Se estaba encantando del momento, estaba descubriendo cosas que antes no pensaba que fueran así.

El cielo sin embargo seguía muy oscuro, no divisaba ningún astro por mucho más que mirase, pero él seguía con su empeño de querer ver las estrellas, y descubrir el “¿por qué?” era tan mágica la noche para su amigo, así que siguió mirando a la oscuridad acompañado de la melodía de sus pulmones trabajando mientras fumaba. Todo se estaba convirtiendo en un momento mágico para él, sin embargo no había conseguido su propósito, desbloquearse, empezar a descubrir el sentido de su vida y lidiar contra aquella angustia que sentía por dentro. Solo lo había conseguido parcialmente, y sentía impotencia por aquello.

Era cierto que ahora el cielo para él estaba más claro, que sus ojos se habían adaptado y ya no estaba tan oscuro, pero seguía sin ver las estrellas, hasta que de repente empezó a notar a lo lejos un pequeño brillo. Concentró toda su fuerza en aquel brillo, y este comenzó a ser más fuerte cuanto más pasaba el tiempo, estaba contento, cambió la mirada de lugar y se dio cuenta que había más puntos brillantes en el cielo, y que cada vez brillaban con más fuerza.

Empezó por fin a sentirse liberado, y empezó a darse cuenta, que la impotencia que había sentido antes y el bloqueo solo había sido pasajero, ahora veía las cosas mucho más claras, todo había empezado a tener sentido en su vida. Había descubierto que con paciencia y empeño podían conseguirse muchas cosas, y como cosas tan banales y tan comunes para él, esa noche estaban adquiriendo un cariz impresionante que estaba cambiando su vida y dándole sentido a todo. Realmente, estaba maravillado.

Miró y miró aquel cielo, no dejó de mirarlo, hasta que de repente se quedó dormido, dormido en la noche, como aquellas cosas que él consideraba que dormían por la noche. Se estaba dando cuenta, que el había sido participe de un momento mágico y que le gustaría que no acabara, pero todo lo bueno suele ser efímero, por eso hay que intentar aprender rápidamente, y así lo hizo.

Cuando despertó a media mañana, miró a su alrededor y vio como aquellas cosas habían despertado, la escalera ahora parecía alegre y divertida, un perro corría y ladraba, las flores tenían un color que por la noche había estado oculto, y ahora la noche estrellada, había sido sustituida por el astro rey que llenaba de inmensa claridad la oscuridad de la noche anterior. Todo para él había cambiado de la noche a la mañana, todo.

Por primera vez en mucho tiempo estaba feliz y su cara de hastió de la noche anterior también había cambiado, ahora retozaba una sonrisa radiante. Contemplando el paisaje desde lo alto de su azotea, y contento por todo lo que le había dado la noche, decidió bajar las escaleras con pasos fuertes y decididos y entró en su casa. Una vez dentro, se sentó delante de aquel ordenador, y escribió, simplemente escribió. Lo había logrado.

jueves, 23 de abril de 2009

Hola de nuevo

Bueno, después de un tiempo experimentando con la vida, tengo que decir en mi contra, que he dejado un poco descuidado el blog, he realizado un viaje de una estancia más o menos duradera, tengo que estudiar, y no estoy pasando por mi mejor momento como uno bien podría decir.

El caso es que el ritmo de subidas y el ritmo que va a haber un tiempo en el blog, posiblemente sea inferior al que todos aquellos que me seguís esperáis, pero bueno intentaré escribir lo más posible y poder seguir deleitando a aquellos que os gusta lo que escribo.

Sin más un saludo gente! Os echaba de menos ya!

lunes, 6 de abril de 2009

Objetivo: Matar a Vicente

Odio las modas, no hay más que deteste, aunque he de reconocer que alguna vez que otra he caído bajo ellas, pero lo cortés no quita lo valiente, y te sigo diciendo que las odio.

Quizá mi cara o mi forma de vestir, o simplemente mi apariencia física sea de lo más normal, algo corriente, una cara de la que te puedes olvidar fácilmente, y la típica persona a la que cuando vas en el autobús no miras, puede ser.

A lo mejor por este hecho se me puede acusar de falta de personalidad, de ser una persona conformista y demasiado sencilla, pero es que odio que algunas personas para sentir que son alguien, tienen la necesidad de inmiscuirse en un grupo, o simplemente cambiar su aspecto físico por encajar, no sé, pero estas cosas me dan que pensar, yo quejándome de no tener personalidad o de ser algo demasiado normal, y otras personas cambiando constantemente con el único propósito de sentirse alguien, de sentirse aceptado.

Sin embargo, somos tan “carajotes” , que no nos damos cuentas de eso y seguimos cambiando, cambiando constantemente para agradar a los demás, para sentirnos queridos, perdiendo así toda la esencia de nuestro ser, capaces de vender hasta nuestra alma al diablo con tal de ese fin, y no escarmentamos, pasan los años, y seguimos tropezando doce mil veces con la misma piedra, y cuando pasen 10 años podremos decir, que hemos sido tal tal, tal, y tal, y que ahora sin embargo no somos en proporción nada, solo pequeñas partes, que muestran la estupidez del ser humano, afirmando lo evidente, que es que hemos sido borregos durante toda nuestra vida, siguiendo al rebaño allá donde vaya.

Por eso odio las modas, seré un hipócrita, pues si, a lo mejor ahora está de moda ser hipócrita, que quieres que te diga…pero al menos me afano en la búsqueda de una personalidad, al menos interna, y quizás sea yo el único que la sepa reconocer, pero bueno, así al menos estaré contento.

Algún día escribiré sobre las modas, creo que son bastante jocosas la verdad, hacen saltar a la cancha multitud de reflexiones, de textos, así que cuando se me acabe la tontería y tenga ganas, quizás lo haga, a ver si no se pone de moda escribir….que si no… ¡me jode el invento!

Y digo yo , ¿tú tienes personalidad, pechonalidad, o qué coño tienes tu?

PD: Busca a Vicente, y sabrás donde está la gente, eso lo tengo claro.

PD2: El día que encuentre a Vicente, o lo mato, o lo secuestro y pido rescate.

PD3: Vicente puede que esté con Curro.



viernes, 3 de abril de 2009

Domingos

DOMINGO DESPUÉS DE UN SÁBADO DE MARCHA.

Me levanto a las 3 y 30, almuerzo sin saborear la comida debido al mal sabor que guarda mi boca, me tumbo al sofá, veo futbol, películas, aunque en realidad no veo nada, soy una especie de zombi que mira a una caja que emite sonidos e imágenes. En la misma postura, sin siquiera moverme durante todo el día me mantengo, solo hago un pequeño paréntesis sobre las 7 de la tarde para ducharme.

No hablo durante todo el domingo, lo más parecido a hablar es un gruñido, de afirmación, u otro gruñido sin apenas diferencia para la negación.

Pasan las horas, mato el tiempo, y el tiempo me mata a mi. La noche llega, mala sensación, mañana será Lunes, vuelta a la rutina, sin embargo no hago nada para sentir que aprovecho lo poco que me queda de Domingo, bostezo repetidamente, noto como pesan los ojos y ceno. Ceno, y me entra un sueño repentino, pero cuesta demasiado irme a la cama, hasta que me levanto y me acuesto a las 12, con mal carácter, llega el lunes.


DOMINGO DESPUÉS DE UN SÁBADO TRANQUILO.

Despierto, son las 11 de la mañana, es Domingo, el sol irradia cada habitación de mi hogar, me ducho, desayuno con ganas, y decido ir a dar un paseo. Llego para almorzar, saboreo la rica comida que suele haber los domingos, termino de comer después de una charla distendida con los demás comensales y me siento a ver la tele. Veo esa película que tantos años hacía que no veía y que tan gratos recuerdos siempre me ha traído. Termina la película y son las 6 de la tarde, llamo a un amigo para dar una vuelta e ir a tomar algo para ver el fútbol, este acepta.

Cuando son las 10 de la noche llego a casa, ceno, veo un poco la tele, y a las 12 caigo rendido. Estoy triste porque mañana será Lunes, pero estoy deseando que llegue el siguiente Domingo para repetir el pedazo de día que he pasado, no tengo la sensación de haber desaprovechado el fin de semana, y estoy ansioso porque llegue el siguiente. A las 12 me acuesto contento, llega el lunes.