miércoles, 11 de febrero de 2009

Jungla Humana, 11/02/2009

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Veremos a ver, comentan las malas lenguas o lenguas viperinas, llámese como el lector desee, que la “people” se alegra de los males ajenos cuando son parecidos a los suyos, dándose el refrán de “mal de muchos, consuelo de tontos”

Esto, por ejemplo, podemos observarlo (si eres estudiante), en la dichosa época de exámenes, donde en el momento de recibir las calificaciones, estamos deseando que nuestro compañero saque peor calificación o si suspende mejor que mejor, ahora bien, yo me pregunto de que nos vale consolarnos así, ¿para qué? O mejor dicho, ¿Por qué?

Quizás sea para regodearnos en nuestro propio ego, y que por un momento, podamos creernos que somos mejor que alguien por este insignificante hecho, o también puede ser porque realmente a veces nos gusta ser un poco “hijoputas”, a la par de envidiosos.

He sufrido a lo largo de mi vida estudiantil siempre la burda e insulsa la ridícula competición por superar las notas de otros compañeros, incluso he de decir, que he visto a gente, despotricar de gente por sacar mejor nota que ellos, hasta llegar a enfadarse con esa persona, creo que para no enfadarse con uno mismo, que sería lo razonable.

Probablemente, este caso aquí expuesto sea aplicable a la vida cotidiana, en el que tratamos de superar, incluso pisotear al prójimo con tal de conseguir nuestros objetivos, convirtiendo la vida en una jungla, donde para poder “sobrevivir” y lograr nuestros objetivos, hay que “matar” o “llevarse por delante” todo lo que encontremos a nuestro paso, ya que sin ese instinto asesino y depredador, caeríamos devorados y presos de la maldad y codicia humana.

Para despedirme, decir que en cosas susceptibles de competición (en esta vida ya se compite con todo…), intentad ganarme pero con clase, si gana, me alegro por usted, pero competía solo, y si usted siente que ha perdido, que tenga un buen perder.

A todos estos asesinos ignorantes, ¡qué os den!
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Iñigo comenta:
En el sentido contrario. Muchas veces reaccionamos ante notas delante de personas mas desfavorecidas y no comprendemos que somos más afortunados que los que “viven” a nuestro alrededor.
La sociedad necesita más empatía para conocer y relacionarnos entre todos; es verdad que somos diferentes, pero no por ello, tenemos que hacer sangre de ello.

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